Una contradicción llena de contradicciones

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Una contradicción llena de contradicciones

El divorcio entre el tarot y la Iglesia se remonta a la Edad Media. Cuando la Iglesia católica apostólica romana embarcó en los procesos de la Inquisición, los grupos de estudios esotéricos pasaron a convertirse en organizaciones secretas. Las culturas paganas lograron preservar muchas de sus creencias y rituales integrándolos a los ritos y creencias de la iglesia. De la misma manera, la Iglesia se esmeró en asimilar y darle carácter propio a las creencias y ritos paganos.

Por ejemplo, se ha documentado ampliamente que Jesucristo no puede haber nacido en los meses de invierno. La travesía de la pareja, la presencia de los pastores, el viaje de los Magos, la subsiguiente matanza de los niños inocentes… nada de eso compagina con el clima invernal. Pero alrededor del 21 de diciembre los cultos paganos celebraron durante siglos su fiesta más importante: el nacimiento del sol durante el solsticio del invierno. ¡El nacimiento del niño Dios, pasó a substituir el nacimiento del sol! Es fascinante estudiar estos casos y buscar los puntos de convergencia… hay una infinidad de ellos.

En fin, lo menciono porque viene al caso. El Tarot surge por primera vez en Europa durante la Edad Media, nadie sabe a ciencia cierta dónde, cómo y a través de quien. Lo que sí se sabe es que fue un medio de las organizaciones esotéricas secretas de preservar y promulgar conocimientos que no podían expresar abiertamente sin poner en riesgo sus vidas. La Arcana Mayor del Tarot (22 cartas) representan lo que Jung, siglos después, clasificó como los arquetipos universales que reconoce y entiendo el hombre a nivel consciente. Más aún, la secuencia de los «personajes» en las cartas representan la jornada interna del alumno en su evolución hacia la iniciación y compresión de los misterios de las escuelas esotéricas. En realidad es la jornada y progresión interna de todo ser que aprende a reconocer en sí mismo los distintos elementos del padre, la madre, el mago, el pontífice, el amor, la subyugación, el triunfo, el fracaso…. etcétera. El estudio del Tarot es fascinante y profundo, pero abarca conocimientos que van mucho más allá de lo que los dogmas de la iglesia querían divulgar a las masas… Tal vez el pecado capital del TAROT es que lleva al individuo a la introspección y engendra constantes preguntas. Para la iglesia establecida la peor clasificación de feligreses eran los que se empeñaban en pensar y formular preguntas. ¡A esos los quemaban en las plazas públicas!

Todos nos sentimos atraídos por los «oráculos»… ya sea el Tarot, el pronóstico del tiempo, o un análisis económico de la bolsa de valores. ¡Ese conocimiento nos ofrece control sobre el futuro! El Tarot es un medio de pronóstico… pero no del futuro, sino de la condición mental y psicológica del individuo en el momento en que formula una pregunta. Es ese estado mental lo que lleva al individuo hacia un destino/futuro específico.

El tarot es un instrumento para entender el posible futuro hacia el cual la persona va encaminada en esos momentos. Por esta razón constituye un instrumento de auto-análisis increíble. Partiendo de la base que la mayoría de nuestras acciones y reacciones son inconscientes, el contar con un medio que nos deje entender por qué actuamos y reaccionamos en determinada forma, equivale a encontrar una llave para la fuente de sabiduría interna. Siguiendo el mismo raciocinio, si entendemos lo que hacemos, entonces podemos alterar nuestro rumbo, si no nos gusta el futuro hacia el cual nos encaminamos.

Yo tengo la firme convicción de que las posibilidades de «futuros» son infinitas. Con cada una de nuestras decisiones — desde las más simples hasta las más trascendentales — lo que hacemos es decidir cuál de esa infinidad de opciones de «futuros» vamos a manifestar en nuestras vidas. Visto de esta manera, lo fascinante del Tarot es ver cómo van cambiando las lecturas a medida que nosotros cambiamos y actuamos conscientemente.

El Mito de la Creación está presente en todas las culturas, siendo la más conocida la versión hebrea, pero todas ellas tienen una misma raíz y un mismo origen Futanewuen (del mapudungún Futa: El Gran y Newuen: Espíritu) Dios, en la cultura Mapuche (gente de la tierra, pueblo originario de Chile y Argentina). Futanewuen, El Gran Espíritu creador del Universo que es unicidad en sí mismo, masculino y femenino, quien creo a los Newen (Espíritus), Elohim para los hebreos, estos a su vez se polarizaron en buenos y malos espíritus, estas fuerzas están representadas en los Arcanos Mayores que son los Arquetipos individuales y colectivos que Jung describe en su obra.


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